La enfermedad, cuyos síntomas provocan en el individuo afectado un irresistible deseo por amputarse una o más extremidades sanas del cuerpo, le llevó a tomar esta drástica decisión.
El hombre, padre de dos hijos, introdujo su pierna derecha en un barreño con hielo durante horas hasta que ésta estuvo tan dañada que no podía sentirla de rodilla para abajo.
El enfermo dijo que "odiaba" la pierna desde que tenía cuatro años, pero que ahora se siente encantado con su prótesis.
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